Ultimas Noticias | Jueves 03 de Abril de 2008 | |
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El parque geriátrico-infantil del EsteLas reacciones sobre La Carlota han originado un cambio, por ahora, en la visión del Gobierno hacia su uso, mediante la paralización de las obras para las viviendas y la creación de un ámbito para el debate y la decisión final a tomar. Enhorabuena. Para contribuir y ampliar las visiones sobre La Carlota, a continuación exponemos una perspectiva radical que motive su discusión. Debe revisarse y dejarse de lado el descocado proyecto de 620 apartamentos, que prácticamente se pueden ubicar en cualquier sitio y en terrenos de cualquier tamaño. ¿Por qué construirlos en La Carlota? En cambio, los grandes servicios metropolitanos que requieren Caracas y su Región necesitan una ubicación determinada, central y accesible, y una extensión generalmente grande. La Carlota es el sitio ideal para construir esos grandes servicios metropolitanos y es un crimen monstruoso utilizarlo para viviendas. La Carlota es para todo el pueblo, hasta ahora siempre excluido y marginado, y no para unos pocos privilegiados. El segundo punto importante es cuál debería ser el uso, o los usos, que se localizarán en La Carlota. Hasta ahora el Parque del Este funciona casi como área para ejercicios y deportes durante la semana. También para que los días feriados vayan a visitarlo niños acompañados por sus padres que no tienen otra opción para que sus hijos den una carrerita o se sienten en la hierba. Precisamente la gente que debería poder caminar de sus casas a los parques, plazas, áreas arboladas y de grama, con sus fuentes y bancos, con todo el equipamiento necesario, tiene que trasladarse grandes distancias para poder realizar sus actividades recreativas más elementales. La misma absurda lógica que da base a esa diabólica creación que es el transporte escolar. En lugar de caminar tranquilamente de sus casas a sus escuelas, y viceversa, los niños tienen que sufrir horas de cárcel apiñados en carros o autobuses. Lo que hay que hacer es construir esos equipamientos para niños y viejos cerca de sus casas y no recurrir sólo a la "mitología burguesa" del gran parque. Hay que cuidarse del mito del Parque del Este, construido a imitación de los grandes parques urbanos de la burguesía occidental del siglo XIX y de la nobleza de siglos anteriores. ¡Le Bois du Boulogne, The Central Park! Puede ser una visión corta y arcaica. Nada más opuesto a un parque que un centro comercial. ¿Por qué no se preguntan las razones por las cuales los centros comerciales son el gran foco de atracción de las ciudades contemporáneas? No para imitarlos sino para extraer las experiencias y el conocimiento creativo. En La Carlota lo que hay que hacer es un gran centro de atracciones para la población. No al estilo Disney, pero sí completamente creativo, capaz de estimular y motivar el conocimiento y la conciencia humanística y científica. Utilizando la imaginación socialista para dar nuevas formas a los centros de exposiciones, los parques temáticos, los focos para la música y el baile, para el teatro y la conversación, los grandes espacios para reuniones masivas y para el esparcimiento pasivo. Ahí está el verdadero reto. Una obra excepcionalYa es costumbre quejarse de lo malo que es el servicio de información del Estado. Una vez más insistiremos en ello. Y lo hacemos con mucha preocupación porque no se trata simplemente de uno de los deberes elementales que le corresponden a un Estado democrático, sino porque además, en ese campo, el de la información correcta, oportuna y veraz, se juegan aspectos políticos muy importantes: con una buena información se derrotan campañas envenenadas, se asegura el optimismo con razones concretas, se cancelan maniobras oscuras en contra de la revolución bolivariana. Pues una buena ocasión, entre tantas, que se está desperdiciando, es la de informar de manera adecuada acerca de la magnífica estación El Tambor que está funcionando en la línea del Metro Los Teques, para felicidad de los atribulados habitantes de esa ciudad. La importancia de esa línea y su notable eficiencia se combinan admirablemente con la inteligencia de su programación, que se demuestra en las conexiones con las redes de autobuses y el enorme estacionamiento adyacente, y la alta calidad estética del diseño arquitectónico de la estación Terminal. Sin aspavientos estructurales, con una excepcional modestia y economía de materiales, he allí un ejemplo para las demás obras que está realizando el Estado. Se trata de una de esas situaciones en las cuales uno no encuentra nada que criticar, sino alabanzas por sus evidentes méritos. Uno de ellos, el respeto por el ciudadano más sufrido, a quien se le entrega un servicio de primera calidad, con capacidad de alimentar la esperanza de que este mundo, en el cual nos han sumido durante décadas la desidia y la ignorancia criminales del capitalismo subdesarrollado y dependiente, puede ser corregido. Y ahí están las pruebas. Pero de todo esto, del extraordinario beneficio que representan estas obras, poco o nada se habla en la prensa o en la televisión. ¿A quién se lo reclamamos?
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