miércoles, 27 de marzo de 2013

AyB 158 - 23 Octubre 2008

Ultimas Noticias | Jueves 23 de Octubre de 2008


Henrique Hernández Alejandro López Alfredo Roffé
acerasybrocales@gmail.com

¿Y el populismo qué?


 

Cuidado con las palabras vacías

Del populismo se habla a troche y moche. Pero pocos saben en realidad de qué se trata. Comencemos por recordar que, por supuesto, la palabra deriva del latín populus, pueblo. Algunos diccionarios mencionan acertadamente que el populismo es una tendencia política que pretende defender los intereses y las aspiraciones del pueblo. Otros agregan que ello se hace con la intención de atraer apoyo para conseguir poder. Se concluye así que el populismo linda por el norte con la demagogia y por el sur con las buenas intenciones progresistas. En todo caso, hay quien dice que "Venezuela dará un paso firme hacia la modernidad cuando se asuma el problema urbano superando al populismo". Lo llamativo es que quien así lo afirma -el arquitecto Oscar Tenreiro en el pasquín en el cual le dan una página- también agrega, con una típica confusión de conceptos aderezados de subjetivismo ideológico y de los peculiares calificativos de la oposición derechista, que el problema está en mejorar la vida urbana y no "comprar submarinos", que aquí lo que impera es "una visión oficialista politiquera, autoritaria, de culto al Caudillo" a la cual hay que oponer "una democracia sin adjetivos", y que finalmente lo que se necesita es reconocer que "el mayor problema de Venezuela es el problema urbano". Como se ve, se repiten los eslogans banales y ciegos de una oposición "ilustrada", en el caso que nos ocupa, pero también profundamente reaccionaria que ya es incapaz de reconocer la realidad porque ha perdido todo contacto con ella, en el país y en el mundo. No vale la pena gastar papel en discutir lo de los submarinos, o lo del "Caudillo", que tales asuntos deben ser ya incomprensibles para quien es capaz de escribir en compañía de quienes lo hacen en el periodiquito de marras. De igual manera, hacer alusión a una supuesta "democracia sin adjetivos", es demostrar un increíble desconocimiento de los más elementales criterios de economía política y de historia de la evolución de la sociedad humana.

En cambio sí merece la atención lo del "mayor problema, el urbano". Claro que el problema de las ciudades es esencial.

¿Quién podría negarlo? Es el gran problema, caos e injusticia, desigualdad y mercado salvaje, producto de la organización social que hasta ahora ha prevalecido en el país. Pero nada se entendería de las causas y de la naturaleza del problema si se separa del otro grande, enorme y criminal que lo arropa y lo consustancia, que es el de la pobreza. Es en ese nudo donde hay que resolver el dilema tradicional de las dos ciudades, la amarga de los pobres y la también deforme y conflictiva de los ricos. Si se trata de "modernidad", bueno, que no sea la que está agotando, destrozando y secando al mundo en todos los sentidos y versiones. Y si se trata de "populismo", bienvenido si es el de buena ley, el que atiende a las aspiraciones e intereses del pueblo (y no a los de los banqueros). Toda la política del gobierno bolivariano, a pesar de los errores endógenos y de las trabas internas y externas, tiende justamente a resolver definitivamente este conflicto.

La Cuarta República y todas las que la antecedieron han fallado estrepitosamente. El asunto está en si estamos o no dispuestos a meterle el hombro a los cambios necesarios o si por el contrario queremos seguir negándole a la inteligencia los aportes de la voluntad. Al fin y al cabo, más que de comprensión se trata de moral, de saber a quién apoyar, si a las fuerzas históricas de la emancipación humana o a la resistencia del egoísmo. Y al arquitecto Tenreiro, que escuche a la diosa de la buena arquitectura, la que conoce y sigue elogiando; tal vez ella pueda ayudarlo a regresar, aún más que al sentido común, a la coherencia.

BusCaracas


"...en el camino para la construcción de los túneles, se toparon con una tubería de 64 pulgadas de Hidrocapital... con unos sótanos de la iglesia Corazón de Jesús y de la Cantv...". Así recoge ÚN declaraciones del alcalde sobre los problemas del transporte público BusCaracas. Además, de los 320 millones asignados sólo han entregado 62 millones, el resto se está consiguiendo. Mil cien choferes de 11 rutas serán afectados en sus empleos.

¿Dónde está la planificación y sus herramientas para elaborar un proyecto como este? ¿Cómo es que se consiguen tuberías y un sótano religioso? ¿Cómo es que hay que estudiar qué hacer con los 1.100 conductores? El urbanismo, la ciudad, la planificación, los proyectos, son cosas serias y no pueden verse con ligereza. ¿Dónde está la visión integral de la ciudad? ¿No se estudia el trazado del sistema para verificar su viabilidad? ¿Hay que excavar para encontrar sorpresas? ¿El flujo de dinero no está disponible para la obra? ¿No se han previsto soluciones para los transportistas, las aceras, la vialidad resultante cuando opere el BusCaracas? ¿Copiamos experiencias sin interpretarlas a nuestra realidad? ¿Caracas es Bogotá o Curitiba? La forma de abordar el BusCaracas hay que analizarla rigurosamente.

Allí está reflejado mucho de lo que debemos erradicar de nuestra cultura política y profesional. Es una demostración, lastimosa, del camino errático en la gestión urbana. El 23 de noviembre, de sopetón y para siempre, debe desaparecer esta cultura. No podemos errar de esta manera.

Puntos firmes

Hay criterios o principios, puntos firmes en las ideas, que en ciertas circunstancias históricas fungen de referencia para todos. En el caso de nuestras ciudades, el reconocimiento de su doble existencia -cada ciudad se compone de dos ciudades, la de los ricos y la de los pobres- debe ser el punto de referencia esencial para la política urbana. Probablemente no hay criterio de interpretación de la realidad del país más importante que éste.

Y a partir de este reconocimiento -razón, conciencia política y sentimiento compartidono cabe sino una acción posible: un gran programa permanente de inversiones en los barrios. Los servicios públicos necesarios, los funcionales al nivel más elemental, accesos, agua, luz, cloacas, desechos, pero también los otros, igualmente indispensables para convertir a estas partes de la ciudad en ciudad de verdad, compartiendo lo que tienen las otras. Escuelas, bibliotecas, dispensarios, cines, centros culturales y deportivos, planteados y realizados como los mejores del mundo, con toda la atención y el ingenio cultural y el conocimiento posibles en la sociedad actual.

Sólo así la sociedad pagará la inmensa deuda que tiene con los excluidos.

A los candidatos para las próximas elecciones, hay que preguntarles si este punto lo tienen claro.

Hornos de Cal ¿qué pasa?


Unos amigos de la comunidad de San Agustín, en Caracas, solicitan explicaciones de retrasos cuyas causas desconocen. Hace dos años en un Aló Presidente se mencionó un proyecto de viviendas con apoyo iraní en Hornos de Cal. De nuevo en el número 315 se volvió a hablar de ello.

Sin embargo, hasta el día de hoy, nadie se ha hecho cargo ni tampoco se dan por enterados en ningún ministerio.

¿Qué pasa?



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