lunes, 25 de marzo de 2013

AyB 139 - 12 Junio 2008

Ultimas Noticias | Jueves 12 de Junio de 2008


Henrique Hernández Alejandro López Alfredo Roffé

acerasybrocales@gmail.com


Una extraña situación




El gobierno bolivariano le está dedicando extraordinaria atención a la salud del pueblo. Como nunca, absolutamente nunca, había ocurrido en la historia de nuestro país, se está marchando hacia un sistema nacional de salud que realmente va a cubrir a toda la población. Con equipos de la más alta tecnología (que cuestan una y parte de la otra) y completamente gratis.

Se está yendo hacia esa meta, repetimos. No se ha alcanzado todavía. Grandes vacíos, numerosos problemas, todavía aquejan el sector salud. Pero nadie que tenga un mínimo de honestidad puede negar lo evidente.

Es lógico que sea así. Porque la protección a la salud pública, gratuita y universal, con los mejores parámetros clínicos y médicos, es un requisito esencial de una revolución que pretende ir hacia el socialismo.

Bien hasta aquí. Y hacemos esta premisa y ratificamos esta nuestra absoluta adhesión y simpatía hacia los programas de Barrio Adentro I, II y III, para que lo que sigue no sea malinterpretado.

Uno oye los nombres, entre tantos otros, gastroenterología, oncología, cirugía, radioterapia, endoscopia, bronquioendoscopia, anestesia, quirófanos, terapia intensiva, registros y monitoreos, hospitalización, todo un vocabulario médico que casi todas las semanas se concreta en unos aparatos preciosos, a veces casi de ciencia ficción, que van poniéndose a disposición del pueblo y van llenando los espacios blancos e impolutos de las nuevas salas, de los nuevos y viejos hospitales.

Y uno ve los mapas, y los nombres de las ciudades y poblaciones de todo el territorio nacional confirman que la atención a la salud es para todos los venezolanos.

Pero resulta que uno es arquitecto. Y cuando uno observa dentro de qué cascarones arquitectónicos se ubican médicos y equipos, entonces da realmente tristeza y hasta furia.

Entendámonos bien. No estamos hablando de fachadas más bonitas, ni de colores mejor escogidos. Si se tratara de eso, no estaríamos llenando esta página. Estamos hablando de diseño. Esto es, de que ese ambulatorio, ese módulo de Barrio Adentro, ese CDI, ese hospital, ha sido el resultado del necesario proceso de diseño que ha conformado esa edificación como debe ser, de la mejor manera, la más funcional, más económica, más respetuosa del ambiente terapéutico, la más ajustada a una solución integral en la cual todos los aspectos que intervienen en una construcción se han contemplado y resuelto. Cuando así se procede, y para eso están los arquitectos, generalmente los resultados son excelentes. El buen diseño, entre otras cosas, no sólo mejora sustancialmente la calidad de vida, sino que además casi siempre resulta más económico. El estudio de la verdadera funcionalidad ergonómica, ambiental, estructural y constructiva representa ahorros de costos y de mantenimiento. Y al final, la obra es hermosa en todo sentido.

¿Quieren una prueba de lo que estamos diciendo? Comparen dos obras: el Centro de Diagnóstico Integral de Carrizal (edo. Miranda) y el nuevo Ambulatorio en el barrio de Las Minas, Baruta.

Vayan a verlos. El primero (en un contexto político bolivariano) con una arquitectura exterior que ha retrocedido a los años veinte del siglo pasado. ¿El autor de este increíble diseño habrá oído hablar alguna vez de arquitectura, y ni mencionar por supuesto de arquitectura moderna? El segundo (en un contexto político de oposición, ojo) nos confirma que un buen arquitecto puede hacer que a un barrio le llegue un extraordinario soplo de optimismo y de esperanza, sin que para nada se tenga que recurrir a extravaganzas ni a piruetas espectaculares.

Ahora, dos preguntas. Una: ¿cómo y porqué dos resultados tan diferentes? Y dos: ¿qué hacemos para que se reduzcan los disparates de la ignorancia y florezcan las cien flores de la creación y del entusiasmo por la buena vida que todos nos merecemos, mucho más aún si un barrio es nuestro contexto social? Por lo pronto, sin entrar en mayores especulaciones, nos parece que el Estado, en todos sus niveles, debe recurrir a la metodología de los concursos todas las veces que se pueda.

Y cuando la falta de tiempo no lo aconseje, que se recurra entonces a algún sistema de asesoramiento (universidades, institutos, profesionales reconocidos, etc.).

Lo que sí no se puede es seguir tolerando, dentro del marco político del gran programa de estructuración de la nueva sociedad y de su territorio, semejante desconocimiento o desprecio por las ventajas civilizatorias de la buena arquitectura.


¿POR QUÉ SALE LA MINISTRA DE VIVIENDA?
Desconcierto total. Sin explicaciones. Sale a medianoche. Sin sustitución. Abundan los rumores. Fuenteovejuna sabe qué pasó, pero calla.

Fruto Vivas tiene razón, pero no le paran. ¿Es asunto de eficiencia o de ineficiencia? ¿De honestidad y mística o de todo lo contrario? ¿De futuro audaz y socialismo o de pasado lamentable? ¿Qué pasa? ¿Es que acaso el desarrollo territorial, urbano y de la vivienda son jarrones chinos? ¿Qué lugar ocupan en el socialismo? ¿O será que los rumores son ciertos?

Un arquitecto dice la verdad y mete el dedo en la llaga


Desde la altura de su primeros ochenta años, el arquitecto Fruto Vivas, el arquitecto venezolano por antonomasia, ha dicho de la forma más contundente lo que muchos intentan, e intentamos, decir.

Nadie puede dudar, ni siquiera por un momento, de la honestidad y la sinceridad de un hombre como Fruto, probada a lo largo de una vida tremendamente creativa, vivida como debe ser, con absoluta pasión por lo que se está haciendo, exigiendo un mundo de justicia, de racionalidad y de belleza.

Ahora (ÚN, 8/6/08) ha destapado la olla, ha denunciado lo que carcome este proceso maravilloso y que lo está amenazando de muerte: la corrupción y la ineficiencia.

¿Demasiado catastrófico? No lo creemos. Estamos convencidos, como Fruto, que la ineficiencia y la corrupción están minando las bases de lo que estamos inventando como socialismo del siglo XXI.

Dos monstruos que amenazan por dentro todas las buenas iniciativas, todos los programas revolucionarios, todo lo bueno con que el proceso intenta avanzar. Los denuncia como arquitecto, como un hombre que toda su vida se ha dedicado a soñar y a construir esta tierra.

No denunciarlos, no gritarlos a los cuatro vientos, sino recogiendo las voces del pueblo que sí está enterado y sí está harto de tanto rojo rojito de pacotilla, revolucionario de la boca para afuera pero que se llena los bolsillos, acción que representa contribuir a que fracase estrepitosamente este experimento insólito que se llama revolución bolivariana.

Es para salvarla que habla Fruto. Lo acompañamos y con él reclamamos reflexión y audacia revolucionaria.

Contigo, Fruto, en tus primeros ochenta años.


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