miércoles, 27 de marzo de 2013

AyB 160 - 06 Noviembre 2008

Ultimas Noticias | Jueves 06 de Noviembre de 2008


Henrique Hernández Alejandro López Alfredo Roffé
acerasybrocales@gmail.com

Agricultura urbana: ¿un chiste o un reto?


Hay periódicos (The Guardian, 26/3/2008) que al revisarlos, aunque sea con retraso, señalan perspectivas sorprendentes para nuestra visión demasiado periférica y distorsionada por la polarización. Según nos dice la periodista Catherine Early, en el Reino Unido crece el interés y la disposición a tomar en cuenta el programa de lo que se ha llamado la agricultura urbana. "El fin de este programa es darle conciencia a la gente de donde viene la comida, mejorar las condiciones de la salud y renovar el ambiente del barrio". Pero no sólo se trata de las condiciones ambientales o del nivel de información; el asunto está directamente relacionado con el aumento generalizado de los costos de la alimentación, "la inflación vertiginosa de los productos alimentarios que va a seguir creciendo". El profesor Tim Lang, de la City University, asegura que "las potencialidades de la agricultura urbana son enormes. El problema fundamental que bloquea su desarrollo (en Inglaterra) es la cuestión de la propiedad de la tierra", pero que "también en las grandes ciudades, donde hay una alta concentración de edificios, se podrían crear huertos pénsiles en los cuales cultivar productos que pidan poco riego y poco abono". El partido de los Verdes le solicitó al anterior alcalde de Londres realizar un estudio sobre la cantidad de productos alimentarios que la capital pudiere cultivar para sus necesidades, pues ello pudiere llegar hasta 25%. El diseñador urbano André Vilijoen, quien ha colaborado en proyectos semejantes, asegura que "debemos comenzar a considerar la producción alimentaria como parte integrante de las infraestructuras urbanas, tanto como las calles". Puede decirse que esta idea de la agricultura urbana, ligada a una nueva visión de cómo tendrán que evolucionar las ciudades en los próximos tiempos (bien distinta a la de la inmensa y terrible ciudad globalizada, producto del progreso infinito) avanza con firmeza en Europa.

Todo lo anterior arranca de consideraciones relacionadas con la profunda crisis económica actual, pero coincide también perfectamente con las reiteradas aseveraciones de que la otra crisis que se avecina, la pospetrolera, la de la transición a energías alternativas, obliga a pensar y a pasar a una ciudad compacta dotada de autoabastecimiento agrícola. Expertos internacionales, tales como el Prof. Herbert Girardet (La creación de ciudades sustentables, 1999; Ciudades, gente, planeta, 2008) y Richard Heinberg (El Pico de todo, 2007; El protocolo de agotamiento del petróleo, 2006) han advertido la importancia de la experiencia cubana en este aspecto, como ejemplo de racionalidad y de sentido común.

A la luz de estas proyecciones, que vienen de lugares y personas bien lejanas de todo color chavista, resulta verdaderamente irónico constatar, una vez más, la absoluta actualidad del programa de huertos urbanos comenzados aquí hace años (y suspendidos en un extraño silencio), y por supuesto, tan satirizados en su momento por nuestra alegre oposición.

El incierto destino de Caracas

El 29 y 30 de octubre, los candidatos de la oposición y los del Gobierno mantuvieron sendos foros en la sede de Últimas Noticias para hablar sobre sus programas para el Distrito Metropolitano, el municipio Libertador y el municipio Sucre.

Estas jornadas fueron organizadas y realizadas por Últimas Noticias con el apoyo de los redactores de esta página.

La prensa le dio una amplia cobertura a las exposiciones y a los comentarios de un panel de arquitectos que hicieron señalamientos sobre esos programas. Esta nota está dirigida a destacar algo que faltó en todas las exposiciones de los candidatos y que fue la estrategia para el papel regional y nacional del Distrito Metropolitano y, en consecuencia, la imagen de la ciudad capital para las próximas décadas. La reflexión que se formuló desde el panel de comentaristas se puede resumir de la manera siguiente.

La tasa anual de crecimiento de la población en Venezuela entre 1990 y 2001 fue de 2,57%.

Si el Distrito Metropolitano (municipios Libertador, Chacao, Sucre, Baruta y El Hatillo) hubiera crecido a esa tasa promedio, habría debido tener en 2001 una población de 3.562.000 habitantes, pero sólo llegó a 2.763.000, por lo cual puede decirse que 800 mil personas emigraron del Distrito Metropolitan, muchas hacia el resto de la Región Capital y otros hacia otros estados. Pero la Región Capital (Distrito Capital y estados Miranda y Vargas) habría debido llegar a 5.272.000 habitantes y sólo llegó a 4.465.000, o sea, la emigración de la Región Capital, incluido por supuesto el Distrito Metropolitano, fue de 807 mil personas. Es evidente que no sólo Caracas se ha transformado en un polo generador de emigraciones, sino que toda la Región Capital está incluida en este fenómeno. Caracas creció muy aceleradamente hasta 1970 pero desde entonces lo ha hecho con mucha lentitud hasta estancarse entre 1990 y 2001. Es decir, que su papel demográfico de polo de atracción de emigraciones se invirtió completamente al pasar a ser un polo de salida de emigraciones y lo mismo pasa con la Región Capital. Es muy probable que esta tendencia histórica se mantenga y hasta se acentúe. Esta consideración implica fuertes determinaciones para la metrópoli que deberían tomarse en cuenta para gobernarla en el futuro. Si la población residente del Distrito Metropolitano no crece, ¿para qué hacer más viviendas para nuevas familias? ¿Se debe estimular la creación de fuentes de trabajo atrayendo de nuevo a las industrias que la han abandonado? ¿Por qué no se utiliza el potencial de desarrollo físico que todavía tiene el Distrito para dotarlo de todos los equipamientos sociales (edificios para la educación, la salud, la cultura, las grandes exposiciones y parques temáticos, las comunicaciones y el avance científico) y los servicios de infraestructura (transporte, acueductos, drenajes, electricidad, gas, disposición de aguas servidas y desechos sólidos) que son muy deficitarios en la actualidad? Las decisiones que se tomen deberían ser el marco general para el establecimiento de planes, programas y proyectos de acción.

Estos no deben estar dictados sólo por lo que parecen problemas que requieren urgente solución (seguridad, tránsito, disposición de desechos, etc.), sino por una visión integral del futuro que deseamos.


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