domingo, 3 de marzo de 2013

AyB 090 - 21 Junio 2007

Ultimas Noticias | Jueves 21 de Junio de 2007


¿Es bueno criticar lo bueno?

Henrique Hernández / Alejandro López /Juan Pedro Posani / Alfredo Roffé
acerasybrocales@gmail.com

Este proceso político actual tiene como una de las tareas más importantes cumplir con la inmensa deuda social que nos han dejado décadas y décadas, y hasta siglos, de ejercicio de poder de la oligarquía. Misiones, programas, inversiones cuantiosísimas, cubren como una red todo el territorio nacional.

Las necesidades son evidentes. Igualmente lo es la urgencia con la cual hay que cumplir metas muy variadas. A pesar de los defectos gruesos, de la corrupción que sigue su curso de siglos y de la ignorancia y desconocimiento que nos asedian (de otra manera desde hace tiempo hubiéramos dejado de ser subdesarrollados, dependientes y periféricos), hay muchas cosas sumamente buenas, oportunas y correctas que se están haciendo. Únicamente la fulana disociación impide verlo.

Pues bien, uno se pregunta si es bueno criticar lo bueno. Porque siempre, en lo que el hombre (y la mujer) hacen, siempre hay un margen de error: entre lo bueno y lo mejor, entre lo acertado 'en principio' y la realidad siempre hay un espacio para tratar de alcanzar la perfección. Hay lo bueno y hay lo mejor.

No hay que cansarse de superar en calidad lo que se está haciendo. Conformarse con lo mero aceptable es mortal. Es por ello, por ejemplo, que cuando se dice que Barrio Adentro Uno es muy bueno, que el programa de salud es excelente y que los efectos sociales son formidables, también es justo insistir en que el diseño de los módulos es infame, resultado de la falta de experiencia y de imaginación de los arquitectos, y lo sentimos en el alma, lo lamentamos como el que más. Porque, de haber llamado a buenos arquitectos, que los hay por montones, un programa excelente hubiera sido perfecto.

Lo que queríamos señalar: ¡es bueno y útil someter a la crítica lo bueno! Las sensibilidades se molestan, las personas bien intencionadas reaccionan equivocadamente, piensan que se les está atacando por otras razones, pero para la revolución ésta es una acción indispensable.

 

Una noticia y la respuesta presidencial

El barrio El Ciprés, en Las Adjuntas, parroquia Macarao de Caracas, tuvo la suerte de ser noticia gracias a una denuncia de este diario sobre la pobreza extrema de sus habitantes. El Presidente se enteró al leer la noticia y la respuesta fue inmediata. Representantes de once entes públicos nacionales y locales formaron una mesa técnica para atender el problema (ÚN 13-06-2007).

Pero, ¿es necesario que el Presidente se entere de los problemas y ordene tomar las acciones pertinentes? ¡No, eso debe ser la excepción! Los responsables, en este caso el Ministerio para la Vivienda y el Hábitat, la Alcaldía Metropolitana y la de Libertador, entre otros, deben tener un registro riguroso de la realidad y sus necesidades (en el caso del Ministerio, de todo el país), y los planes y programas para atenderlas. Hubiéramos esperado, por lo menos, que ante la reacción del Presidente se le hubiera dicho: conocemos ese problema, su naturaleza y magnitud, tenemos tal plan y programas consensuados con la comunidad, pero no los hemos ejecutado porque tienen tal prioridad, será atendido en tal fecha y los recursos los tenemos en tal momento. ¿Por qué pasan estas cosas? En la respuesta está la clave de tantas frustraciones.

¿Hasta cuando el desprecio por la arquitectura?

Honestamente, no se puede decir que Venezuela se ha destacado en su historia por haberle dedicado a la arquitectura –esto es, a la acción de construir el espacio de la ciudad con arquitectura de calidad– la atención que ella se merece.

Las razones son múltiples y no las vamos a tocar aquí. Pero está claro para los modestos escribidores de esta página que todavía, desde el nivel de las autoridades, no se le presta suficiente atención a lo que significa en términos sociales, económicos, productivos y hasta políticos, que los programas revolucionarios se encarnen en una buena arquitectura, altamente eficiente y hermosa.

El caso de la vivienda, por ejemplo, es especialmente delicado. Y no se trata, entendámonos, del problema cuantitativo. ¡Se trata del asunto de la calidad! ¿Hasta cuándo tendremos que repetir que no es posible seguir construyendo miles de viviendas, con los pobrísimos diseños que se le ocurren a cualquier contratista que se presente con algunas promesas (¿?) de eficiencia? El Presidente lamentablemente alabó en televisión, la semana pasada, un conjunto de 900 casas, parte de un desarrollo de 2.000 y pico que se está construyendo en el Zulia.

Por supuesto, se estaba refiriendo al hecho simple y puro del efecto social de unas jóvenes parejas que ahora tienen unas casas. Pero la realidad es que, considerando el diseño de las viviendas desde el punto de vista del urbanismo, de la relación con la temperatura, con el ambiente, con la naturaleza, con la tipología tradicionalmente eficiente y útil del patio y de los corredores, de la ventilación transversal, de la posibilidad de crecimiento, etc., el diseño que se pudo observar es realmente pésimo.

No es suficiente la cerámica en el piso y la tejita en el techo.

La vivienda es un asunto más complejo e integral. Se acordaron ahora de los servicios colectivos: escuelas, bibliotecas, consultorios, deporte, parques, recreación, comunicaciones y comercio, cuando eso es lo primero que hay que cuidar y prever si queremos hablar en serio de ciudades socialistas.

¿Hasta cuándo hay que insistir en que hay que aprovechar el conocimiento y la experiencia de los expertos y la imaginación y las ganas de trabajar en algo nuevo de los jóvenes? En el Zulia hay arquitectos de calidad de todas las edades, ¿por cuál razón no se incorporan en los programas que se están realizando? ¿Hay alguna justificación para que sigamos construyendo mal cuando podríamos hacerlo mejor?


Muerte para el Parque Nacional El Caura

El Movimiento Unión Ecológica Verde, en un manifiesto contundente, llama al país a defender la cuenca del río Caura -al norte del Orinoco- de un reglamento de uso y de ordenamiento que de aplicarse implicaría prácticamente el acta de defunción de cinco millones de hectáreas de selva virgen.

Los argumentos que ofrecen son sólidos, indigna ver de qué manera se verían afectados el patrimonio natural, la fauna, la biosfera y las comunidades nativas que allí viven, y de ser la situación como se describe, no cabe duda que deberíamos unirnos todos a la protesta.

Llamamos a las autoridades correspondientes a manifestarse, a explicar sus propuestas y a abrir una discusión realmente democrática sobre las consecuencias del reglamento ecocida.



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