domingo, 3 de marzo de 2013

AyB 094 - 19 Julio 2007

Ultimas Noticias | Jueves 19 de Julio de 2007


Urbanistas discuten

Henrique Hernández / Alejandro López /Juan Pedro Posani / Alfredo Roffé
acerasybrocales@gmail.com



Primerísima actividad del nuevo Musarq (Museo Nacional de Arquitectura) ha sido abrir espacios (prestados generosamente por la GAN) para debatir libremente -como debe ser- acerca de los problemas urbanos venezolanos. Convocado por varias organizaciones e instituciones, un grupo numeroso de arquitectos y urbanistas muy respetables se reunió en la futura sede del Museo en el Parque Los Caobos para razonar acerca de la historia y porvenir de la avenida Bolívar de Caracas.

Una demostración sumamente exitosa -en contra de la tozuda opinión de quienes, desde el resentimiento y la disociación, reclaman autoexcluirse- de que es perfectamente posible que gente con diferentes maneras de ver la ciudad, la profesión y la política urbana, puede reunirse tranquilamente a confrontar ideas, precisamente donde hace más falta, en los sitios públicos.

El debate dejó material para una seria reflexión. Un gran cambio intelectual se ha producido como resultado del abandono de la metodología racionalista, que era de uso normal para los urbanistas.

La influencia política neoliberal global hizo que en la ciudad, entregada a la sabiduría del mercado, casi todo fuera posible y aceptable. Una vez que la planificación pasó a ser mala palabra y se desmantelaron los organismos públicos de ordenación y control urbanos, toda la atención derivó hacia el espectáculo prepotente del edificio de autor o del episodio urbano aislado.

Se volvió normalidad la indiferencia hacia el contexto, hacia la interrelación entre todas las partes, hacia el estudio de las cadenas de causas y efectos, de las profundas responsabilidades sociales en cuanto a calidad de vida de todos los habitantes de la ciudad.

Se evaporó la necesidad de elaborar previamente un diagnóstico científico y de trazar un programa jerárquico de prioridades. En el escenario urbano de los países 'desarrollados' o 'avanzados', desde los años ominosos de la Thatcher, éste ha sido el panorama.

Fiel reflejo tuvo en el nuestro, desde luego con el agravante de la carencia de estructuración institucional y de las dramáticas injusticias sociales del subdesarrollo.

Todo ello fue evidente en el debate acerca del futuro de la avenida Bolívar y en algunas presentaciones. Hubo diferentes enfoques, pero siempre puntuales: la Bolívar únicamente como problema de vialidad, o como pretexto para generosos ejercicios de diseño pero sin destinos claros.

No parecía esencial entender que tocar un tema como ese implica considerar cómo se afectan todos los demás sectores sociales de la ciudad y su distribución funcional en estrecha interrelación.

Llamó la atención que nadie, por ejemplo, entre los distinguidos urbanistas presentes, ni siquiera mencionó, a pesar de que constantemente se trató de la Bolívar como un tema de vialidad, que no hay salida, no sólo para el colapso del tráfico caraqueño sino para toda ciudad moderna, fuera de un plan agresivo y masivo de transporte público, radicalmente diferente y orientado hacia una sociedad que va a descansar sobre presupuestos energéticos diferentes. Curiosamente, la avenida Bolívar dio pie para que en la discusión se incorporasen, con toda seriedad y pertinencia, tanto las nieves nórdicas como las ventajas y defectos de la vivienda parisina.

Cierta clase media profesional venezolana permanece atada, y moldeada su mentalidad a la admiración e imitación reverencial del mundo desarrollado y de su cultura. Comparar con la Place de la Concorde y los Champs Elysées es ritual convenido y repetitivo.

Sus parámetros de referencia son ésos. y es preciso reconocer que su distancia de los grandes y graves problemas de Venezuela sigue siendo kilométrica. Quedó un punto con acuerdo general: en La Hoyada hay todavía oportunidad de instalar una plaza monumental a escala de las concentraciones populares de hoy. Un reto ciertamente pendiente.

Una cuestión aparte permaneció abierta, ligada a una desagradable insistencia por parte de las autoridades municipales en no participar en estos actos públicos, presentando al examen sus proposiciones para la ciudad. ¿Falta de humildad democrática o temor al rechazo? Ninguna de las dos hipótesis concuerda con la que debe ser la relación correcta de las autoridades con el público, muchísimo menos en una perspectiva de desarrollo de relaciones abiertas, críticas y autocríticas en una sociedad que pretenda ir hacia el socialismo.

Y esto va directamente -hay que decirlo- con Mikel Menéndez y su Dirección de Urbanismo. Explicados por boca de otros, sus planes para Caracas quedaron como maquetas megalómanas, sin justificación ni sentido. Mala praxis urbana: los proyectos no se realizan a escondidas, como creaciones intangibles e indiscutibles.

¡Hay que aprender a trabajar con el pueblo aun cuando no sea éste sino "mero público"! De otra manera, lo que queda es la impresión de un grave déficit de democracia.

¿Planificación? ¿Prioridades?

¿Hay una planificación nacional en Venezuela?, ¿donde se establezcan prioridades, programas, cronogramas, inversiones para cada sector de la vida nacional y para cada eje transversal? Hasta ahora en Venezuela no hay nada que se le parezca. La planificación que hace el Ministerio P.P. para la Planificación y el Desarrollo no anda por estos lares.

Mientras tanto, los grandes programas y las grandes obras son los propuestos por el presidente Chávez. Algunas, que requieren muchos recursos pero son relativamente simples, son ejecutadas con celeridad y precisión, como el caso del viaducto y los estadios.

En otros casos, cuando los problemas son complejos, sus excelentes intenciones se empantanan y naufragan ante la ineficacia de los altos cuadros del Ejecutivo.

Un caso típico es el de la vivienda y el hábitat. En numerosas ocasiones el Presidente ha dado apoyo total y explícito, y recursos suficientes, para que se hayan realizado importantes desarrollos urbanos y de vivienda.

Pero no ha sido así. Ministro tras ministro, con todos sus grupos de técnicos y asesores, todos sus gerentes y directores, no han sabido dar una respuesta adecuada. El caso más reciente es el del ministro Carrizalez y su equipo. La meta de Chávez era de 150.000 viviendas para el 2007.

Hace poco el ministro declaraba ante la Asamblea Nacional que haremos 110.877 viviendas en dos años al modesto precio de 105 millones cada una, 79.108 en el 2007 y 31.769 en el 2008. En el 2007 se terminarán 69.583 iniciadas en años anteriores y 9.525 nuevas (El Universal 12/4/07).

El 11 de julio pasado (El Universal) el ministro anuncia que en el primer semestre se terminaron 24.000 de las 69.583 iniciadas en años anteriores pero que de todos modos, contra diablos y brujas, se terminarán 82.000 en el año.

Si el lº de enero habían en construcción 69.583 ¿sólo 24.000 se han terminado en 6 meses?, ¿qué pasa?



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