domingo, 3 de marzo de 2013

AyB 089 - 14 Junio 2007

Ultimas Noticias | Jueves 14 de Junio de 2007


La ciudad: arsénico para los viejos


Las estampas siguientes sólo tienen una vaga pero precisa relación con la irrealidad
Henrique Hernández / Alejandro López /Juan Pedro Posani / Alfredo Roffé

acerasybrocales@gmail.com

Ayer murió de un infarto un ciudadano, Melquíades K., profesor jubilado, de 72 años de edad, mientras subía por la escalera mecánica del Metro de Altamira, que estaba parada pero que era la única disponible. El septuagenario llegó fatigosamente al escalón 34, se detuvo un momento, lanzó un bramido y cayó de espaldas rodando por la escalera. Un buen número, más o menos la mitad, de las escaleras mecánicas del Metro no funcionan. La mitad de las que funcionan lo hacen bajando. Se dice que la medida cumple varios objetivos. Las personas suben escaleras, lo cual es un excelente ejercicio.

Los viejos le agarran miedo al Metro y tratan de no utilizarlo, con lo cual se descongestionan los vagones y no hay gente que fastidie porque camina muy lentamente.
Ayer el anciano Asdrúbal K., vendedor de frutas, septuagenario, murió al ser arrollado por un motorizado. El tráfico estaba parado y la víctima trataba de cruzar la calle. De pronto un mensajero motorizado, que venía con gran destreza y avanzaba a buena velocidad pasando de una fila de intersticios a otra, sin darse cuenta se vio frente al anciano y no pudo frenar. Asdrúbal K., por su poco peso, voló unos cinco metros y cayó sobre un Mercedes Benz. El motorizado no lo pudo sostener en la parrilla para llevarlo al hospital. El dueño del Mercedes, hombre generoso, acomodó a la víctima en un asiento. A las dos horas el Mercedes no había podido salir de la cola y el anciano murió entre estertores silenciosos.
Ayer Corinto K., de 69 años, murió en un extraño accidente. Corinto vivía como un indigente. Era un buen zapatero venido a menos. Como a las nueve de la noche quitó la tapa de un contenedor de plástico, moderno artefacto de la Alcaldía de Libertador, y se acomodó en un hueco entre la basura, calentito. Cuando llegó el camión que recoge la basura, la grúa enganchó el contenedor, lo subió, lo volteó y lo sacudió para que la basura cayera en el depósito. La mala suerte de Corinto es que con la primera sacudida el contenedor se despegó de la grúa y cayó aparatosamente al pavimento. El sexagenario no tuvo tiempo de darse cuenta de lo que pasaba cuando se estrelló de cabeza contra el asfalto. Entre sus pertenencias había una estampita de José Gregorio Hernández.

Colegio mal politizado


El Colegio de Arquitectos, que es una asociación civil y no un colegio como el de Ingenieros o el de Periodistas, sigue sacando comunicados con claras intenciones políticas reaccionarias. Sus dirigentes tienen todo el derecho, como individuos, de defender las ideas que les provoque. Pero no a nombre de todos los agremiados, porque ese es un abuso de poder, una forma típica de proceder de la derecha. Reflexionen, tranquilícense y si quieren dedicarse a la defensa del 'libre pensamiento y la creatividad' pueden encontrar mejores libretos que la defensa de los supuestos derechos de expresión de una empresa privada productora de pésima televisión.

"La juventud, los estudiantes, nuestra sociedad" son totalidades falsas que se esgrimen en lugar de decir "la mayoría de los estudiantes de las universidades y colegios privados" –que son una evidente minoría de orientación clasista en el conjunto de la juventud y de los estudiantes del país–, y "nuestra sociedad" quiere decir "nuestros privilegios de clase, puestos ahora en discusión por este proceso".

Misión Árbol funciona muy bien, pero...


Nos equivocamos. Como nos informan oportunamente, miles y miles de arbolitos crecen en los viveros, miles más se plantan con frecuencia creciente. Millones irán reverdeciendo llanos y colinas, valles y montañas de este rincón del planeta.

Como ocurre a
menudo nuestro error viene de la ignorancia. La nuestra en este caso.

Le atribuimos a la Misión Árbol una tarea que parece que hasta ahora no le corresponde.

Pero insistimos: los árboles deben dar sombra y oxígeno también en las ciudades. En las calles, las avenidas y las plazas, son un aporte de una utilidad climática, una riqueza y una alegría visual sin desperdicio.

A ello nos referíamos, porque seguimos pensando que la Misión Árbol debe ampliarse y convertirse en una tarea nacional también en las ciudades.

¡En nuestras calles queremos árboles! debe ser el grito de los consejos comunales.



Alcaldes de Caracas ¡vayan a Quito a aprender!


Quien visita la ciudad capital de Ecuador siempre regresa con las mismas sensaciones. Ciudad pequeña (millón y medio de habitantes) comparada con las metrópolis latinoamericanas, recuerda un poco a Caracas, con el volcán de Pichincha en el lugar del Ávila.

Pero, además del asombroso cambio constante de clima y atmósfera, luz y celajes en perpetua mutación, neblina cerrada, sol candente, lluvia o granizo, frío y calor casi al mismo tiempo, en el mismo día, lo que deja una impresión impactante es la limpieza, el orden del tráfico, la ausencia de motorizados, los taxis de un impecable amarillo, las dos líneas de transporte público expeditas, una de trolebús y la otra ecovía, las avenidas con árboles y flores cuidadas. Y además, en orden de importancia creciente, los buhoneros invisibles porque para ellos hay dispuestos excelentes centros comerciales, y el casco histórico casi recuperado, bien iluminado y razonablemente seguro.

Desde nuestras perspectivas y experiencias urbanas, ¿qué más podríamos pedir? Sí, desde luego, hay algo que podríamos pedir: que nuestros alcaldes, mayores y menores y de diferentes colores políticos, se dieran una vuelta por Quito y con mucha atención tratasen de descubrir los mecanismos técnicos y sociopolíticos que pueden aplicarse para que una capital famosa por su extraordinario patrimonio arquitectónico pero también por su alto nivel de inseguridad, abandono, deterioro y desorden tradicionales, su tráfico caótico y la creciente informalidad del pequeño comercio, se haya convertido en pocos años en un modelo urbano envidiable y una ciudad, todo considerado, de relativa alta calidad de vida.

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