Una miradita al territorio
Su ocupación y uso muestran lo que somos.
Como un ejemplo, al recorrer la carretera de Caracas a Oriente, aparecen
síntomas de degradación urbana y rural que incitan a reflexionar. Veamos
algunos. Vialidad. Tramos de autopista inconclusos y abandonados.
Pavimentos en mal estado excepto pocos sitios que están asfaltando. Accesos a
bombas y comederos son cráteres lunares. Ausencia o poca demarcación y
señalizaciones, bordes enmalezados, cunetas tapiadas. Hay más de 70 "policías
acostados" mal concebidos, peor construidos e inadvertidos.
Peajes
abandonados. Vigilancia policial ausente, de noche ni hablar. Alcabalas originan
trancas y piden "colitas". Libre velocidad a lo "Fórmula 1", sea bus, gandola o
carro. Tráfico.
Anárquico, todos hacen lo que les viene en gana.
Islas de autopistas
son cruzadas en diversos sitios y "es normal". Ciudades se atraviesan en 1 hora
o más. Las intersecciones y semáforos parecen colas de venta de leche
escasa.
Fiscales inexistentes. La gente se estaciona donde
sea. Basura.
Lanzada en aceras, calles, terrenos vacíos, bordes de vías. Igual los
escombros. Botaderos son incendios en zonas de poco tránsito y en cualquier
sitio. Descontrol generalizado, recolección
ineficientísima. Invasiones. Las de viviendas proliferan en bordes de calles,
carreteras y autopistas, en cerros, en quebradas, donde haya expectativa de
empleo, servicios y acceso. Las autoridades están muy ocupadas con los
damnificados de hoy, y mañana lo estarán con los que hoy invaden, conclusión:
las invasiones son imparables y patrimonio nacional. Hay de otros tipos. Las
ventas en la carretera. Al igual que las anteriores, sin control ni prevención
ni ordenación, ah perdón, si, colocan "burros" para reducir velocidad. La
mayoría son de comidas y artesanías, pero las hay de loros, monos, pájaros,
aceite y tasas de carros. Pero nada como las de los buhoneros y los "centros de
comunicación" en calles y aceras en perjuicio del peatón y del tráfico, en las
narices de la autoridad.
Éstas son expresiones de la desidia de unos e
incapacidad de otros. Se repiten en el país ¿Nos acostumbramos? ¿Es un problema?
¿Prioritario? ¿Cómo mejorar la vida sin calidad ambiental? ¿Cómo se hace turismo
con anarquía y mugre? ¿Para qué carrizo sirven alcaldes y gobernadores? ¿Cómo
empezar a cambiar?
El Triángulo de las Bermudas
Las siguientes son algunas recomendaciones para los
usuarios del Metro que tienen que atravesar el Triángulo de las Bermudas, a
cualquier hora del día, en cualquier día del año. Se llama Triángulo de las
Bermudas el compuesto por las estaciones Plaza Venezuela-Sabana Grande-Chacaíto
del Metro de Caracas, en sentido Este-Oeste o viceversa. Allí la densidad suele
llegar a 8 personas por m2.
Primero: Utilizar una coraza de acero que le
permita respirar, así sus pulmones quedan protegidos de las presiones
circundantes y evita el infarto respiratorio.
Segundo: Usar una montura
metálica con vidrios de seguridad para ponérsela sobre los ojos y/o anteojos,
excluyendo la posibilidad de que le vacíen el ojo izquierdo o le entierren un
vidrio en el derecho.
Tercero: Ponerse un cinturón de castidad de doble
entrada para evitar problemas.
Cuarto: Reforzar los zapatos con una
bovedilla de titanio con lo que estará seguro de no perder dos o tres dedos de
los pies durante el trayecto.
Quinto: Comprar un bolsillo de red de acero
con apertura electrónica que cuelgue de una cadena continua sin cierre de plata
400, meta allí todo su dinero y otras pertenencias de su interés y cuélguesela
del cuello, por debajo de la franela o la camisa, entre las dos tetillas o
tetas, según el caso.
Sexto: Por si acaso su vagón no tiene aire
acondicionado lleve una bombonita de oxígeno pegada con un teipe encima de la
nariz. Nunca se sabe.
Esas son las precauciones materiales básicas. Si
usted mide menos de 1,64 m o su cintura tiene más de 120 cm, extreme los
cuidados. En cuanto a las precauciones espirituales son buenos los siguientes
ritos.
Primero: Confesarse y comulgar antes de entrar a la estación.
Segundo: Tomar la extremaunción, si es 15 y 30 del mes.
¿Hay un chivo
expiatorio? ¿Quién tiene la culpa? La respuesta es complicada. Malas previsiones
en el proyecto del Metro, el crecimiento poblacional, la liquidez monetaria que
juega garrote en todos los campos y los infla desmesuradamente, etc. En nuestra
opinión un error serio fue llevar la línea 4 (ahora se llama 2) de Capuchinos a
Plaza Venezuela en lugar de terminarla en Chacaíto.
La nueva peste urbana
Primero, tenía que ser, fue un Hummer. Desde lo más
alto sus luces de xenón taladran a quien se le ponga por delante.
Después
otros miembros de la familia, un Silverado, dos Grand Cherokee.
Se fue
popularizando: varias Montero, otros Hummer, y fue bajando. Siete Cavalier. Once
Aveo. Ahora no todas de xenón, también hay muchas de halógeno. Los Swift, los
Fiat, los Astra, los Corsa, los Camry, los Corolla. El xenón insolente y
enceguecedor, el halógeno alucinante.
En las vías de doble sentido hacen
tensar los nervios, bajar la velocidad, esforzar la vista.
El pobre
peatón encandilado pierde la visión del entorno y es fácil víctima de la
delincuencia y de los huecos de las aceras. En una doble vía concurrida se
pueden contar por montones. En este momento de 2 a 3 por cada 10 carros tienen
halógenos.
De pronto aparecen hasta las motos con halógeno. No las
suntuosas y despectivas Harley sino hasta las pobres QMI.
Pronto el
porcentaje llegará a 50%, a 70%.
Una nueva facilidad para los atracos,
los choques, los muertos y heridos, los secuestros.
Pero a ninguna
autoridad le importa nada.
Perdón, nos equivocamos.
Consultado un
alto jerarca sobre el problema manifestó que el candidato a gobernador del
Distrito Federal estaba estudiando un nuevo artículo para incorporar la
prohibición de usar luces de halógeno a la ordenanza del buen comportamiento
ciudadano.
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