domingo, 31 de marzo de 2013

AyB 177 - 19 Marzo 2009

Ultimas Noticias | Jueves 19 de Marzo de 2009




Alejandro López Alfredo Roffé
acerasybrocales@gmail.com


El nuevo MOP y la vivienda



 
Fusionaron el Ministerio de Vivienda con el de Infraestructura y al hijo se lo bautizó con el nombre del Ministerio de Obras Públicas del siglo antepasado. Nació el MPP de Obras Públicas y Vivienda en una extraña unión, entre gallos y medianoche, y sin explicaciones. Razones hubo, por supuesto, pero sin analizar, al menos públicamente, la política y la estrategia seguida y aplicada en los últimos 10 años en lo urbano y en vivienda ¿Qué se hizo? ¿Resultados? ¿Impactos? ¿Qué había que revisar, rectificar, reimpulsar? Lo ignoramos, pero crear el nuevo ministerio y eliminar el de Vivienda requiere claridad sobre la planificación territorial, el desarrollo urbano y el alojamiento de las mayorías pobres y de medianos ingresos, que no está explicitado en el anuncio de la reorganización ministerial, lo cual se agrava porque ninguno de los "padres" (Minfra y Vivienda) fue exitoso en esos campos. Las ciudades reflejan la salud ética, física, social y económica del país, y el diagnóstico es muy malo. Entonces, ¿cómo se atenderá al enfermo? El asunto no está en la fusión o no fusión, sino en la visión y capacidad del Estado. En sus enfoques, políticas, planes, en la continuidad, distribución de competencias y recursos; en fin, en la inteligencia, conocimiento y eficiencia.

Para aportar a un debate indispensable, veamos algunas líneas de acción.

1. Formular una política de desarrollo del territorio y de las ciudades (grandes y pequeñas), por medio del Ministerio de Vivienda o de Obras Públicas y Vivienda, junto con alcaldías y gobernaciones, que incluya la previsión y ejecución gradual de grandes obras de transporte (trenes, vías), de infraestructura (presas de agua, energía, tratamiento de aguas y desechos) y de las redes urbanas de servicios, de transporte público, de recolección de basura, de espacios públicos.

2. Diseñar y ejecutar ¡urgentemente!, en todo el país, un plan masivo de urbanización de amplios lotes de tierra (con vialidad, transporte, agua, luz, cloacas, ambulatorio, preescolar, parque, mercal) para que la gente ocupe con viviendas progresivas o incluso con ranchos, de forma ordenada y planificada. Sería una alternativa frente al fracaso de la IV, y ahora de la V República, de ver el problema de vivienda como un asunto de sólo construirlas (que nunca se cumplen las metas) y de mecanismos financieros.

3. Acompañar este proceso con un plan de asistencia técnica para que la población organizada y los pequeños constructores construyan y amplíen las viviendas iniciales y los equipamientos faltantes.

4. Una estrategia de incorporación de los barrios a las ciudades, sin "maquillaje", mediante lo que la gente no puede hacer: estabilización de los cerros, accesibilidad (vialidad y transporte), redes de agua, luz y cloacas, equipamientos (escuelas, parques, mercados, ambulatorios); y dejar que la comunidad, con la asistencia técnica referida, construya las viviendas (mejoras, ampliaciones y reforzamiento sísmico).

5. Industrializar la producción, comercialización y construcción de la vivienda popular. Aspecto con experiencia en el país, que habría que analizar, evaluar y adaptar a la nueva realidad; ¿no son eso las tres R? Finalmente, ¿cuántas viviendas se construyeron por año entre 1958 y 2008? ¿Por qué no fueron más? ¿Ese es el camino por repetir? ¿Cuántos ranchos se construyeron en el mismo lapso? ¿Por qué no fueron menos? ¿Se creó el ministerio adecuado para afrontar ese asunto? Si seguimos fallando, el pueblo ¡invadirá, construirá y, de paso, se abstendrá de votar!




A los menores de edad no se les puede decir todo

Ud. perdone, Presidente, pero no entendemos. Hay algo en los cambios recientes que no se entiende. La necesidad de integrar en un solo organismo, con una sola orientación, diferentes ministerios que se relacionan fuertemente entre sí, bueno, eso puede entenderse, más aún si las perspectivas de crisis inminente obligan a afinar instrumentos de trabajo; pero no parece ser ese el caso de la absorción del Ministerio de Vivienda y Hábitat en el nuevo Ministerio de Obras Públicas.

Justo cuando, a pesar del necesario debate de opiniones, por fin se podían dar las condiciones para comenzar a corregir el cerro de errores que se han cometido en el sector de la vivienda, justo en este momento se manda para su casa al ministro Farruco y se hunde en la incertidumbre y la perplejidad a todo el sector. ¿Vale la pena someter a todo el sector a esa incertidumbre y a ese trauma sólo para abrir un posible e incierto porvenir en busca de mayor coordinación? ¿Lo que se iba a hacer en términos de organización, planificación, y ejecución en Vivienda y Hábitat se va a hacer mejor ahora en Obras Públicas? ¿O tal vez se supone que sea así, con menos personal y mejores experiencias? No sólo estas son las preguntas más angustiosas, porque el nuevo ministerio está bajo la orientación y dirección jerárquica de un compañero altamente cuestionado desde múltiples puntos de vista. Y ello abre las compuertas para toda clase de suposiciones.

Ojalá que en el seno del partido se den suficientes explicaciones. Ojalá que la discusión democrática y bien informada permita aclarar y despejar las dudas acumuladas, porque explicaciones no ha habido.

Trabajando de esa manera se trata al pueblo como a una masa de menores de edad: inmaduros, de corta capacidad de reflexión y de comprensión.

No todo se le puede decir... problemas demasiado complejos... situaciones que no se pueden explicar a todo el mundo... El pueblo es considerado un ser inferior al cual hay que conducir con los medios que son típicos de los formatos paternalistas y autoritarios.

Algo parecido con lo que ha ocurrido con los cambios recientes en el Gobierno cubano.

Se trata de un estilo de hacer política profundamente equivocado, que arrastra viejos modelos "revolucionarios" que han demostrado ampliamente su ineficacia y su negación de las más elementales virtudes democráticas, lo cual también contradice radicalmente el esfuerzo que debe hacerse para erradicar viejas malezas y abrirle camino a los vientos de la razón, de la transparencia y de la igualdad democrática.

Hay que entender que lo que ocurre en la isla es importante también para todo revolucionario honesto en el mundo. Se produce un extraño descabezamiento de dirigentes que siempre habían recibido confianza y admiración general; de repente y luego de unas insólitas declaraciones de Fidel, hay una asombrosa declaración de mea culpa que recuerda demasiado de cerca a los procesos soviéticos, cuando todos los acusados se reconocían inmediatamente culpables en el marco de un manejo vergonzoso e inmoral de la justicia.

No es así como a estas alturas de la evolución política del mundo es que se deben manejar estas cosas. En todo caso, o antes no había información, claridad y discusión democrática o ahora el procedimiento peca de arbitrario y oscuro en sus razones. Algo así pasa con los cambios recientes de aquí. No se sabe por qué, ni las razones, fuera de generalidades que nada dicen de los factores reales de poder. No le conviene a la revolución considerar al pueblo como a un menor de edad.

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