domingo, 31 de marzo de 2013

AyB 178 - 26 Marzo 2009

Ultimas Noticias | Jueves 26 de Marzo de 2009


Henrique Hernández Alejandro López Alfredo Roffé
acerasybrocales@gmail.com

Calidad de vida

La calidad de vida y la disponibilidad de una vivienda adecuada son dos variables íntimamente relacionadas entre si. De la adolescencia a la madurez los seres humanos tienden de manera acentuada a formar parejas y tener descendencia. En la sociedad contemporánea esta necesidad existencial se traduce en tener una vivienda propia. El derecho a una vivienda adecuada en tamaño y calidad constructiva y de diseño está reconocido internacionalmente.

En Venezuela está recogido en el Artículo 82 de la Constitución: "Toda persona tiene derecho a una vivienda adecuada, segura, cómoda, higiénica. Con servicios básicos esenciales que incluyan un hábitat que humanice las relaciones familiares, vecinales y comunitarias. La satisfacción progresiva de este derecho es obligación compartida entre los ciudadanos y ciudadanas y el Estado en todos sus ámbitos". Desde siempre los ciudadanos y ciudadanas hacen cuanto está a su alcance para ejercer este derecho, ¿pero qué hace el Estado?
La dotación de servicios básicos esenciales para un hábitat humanizante no está al alcance de la población. La dotación de agua potable, implica la construcción de represas, plantas de tratamiento, tanques de almacenamiento, redes matrices y redes de alimentación. Para la disposición de las aguas servidas, el suministro de electricidad, las vías de circulación, etc., las obras a construir son igualmente complejas, en lo que respecta a la infraestructura y en lo que respecta a los equipamientos la situación es igual. La construcción de escuelas y centros de salud no está al alcance de la población. Todas estas obras tienen que ser realizadas por el Estado o no se realizarán y la población sufrirá la carencia de esos servicios. Si se revisa la situación de los últimos 10 años, también ocurría antes, es evidente que el Estado está en grave deuda, especialmente con la población más pobre.
Por una parte, en los últimos 10 años la inversión se ha mantenido más o menos igual en términos de bolívares con un valor adquisitivo constante, según las estadísticas del Ministerio de Planificación y Desarrollo, pero además una inversión manejada cada vez con menos eficiencia, como lo demuestra que las 440 viviendas que el Presidente inauguró hace poco en La Rinconada tardaron más de 3 años en construirse.
Por la otra, tenemos que la población demandante de vivienda aumenta cada año. Esto significa que la inversión es cada vez menor de lo que debería ser. Si a esta situación se añade el déficit que había antes de 1999 en términos de infraestructura y equipamiento, la situación general de la vivienda en Venezuela es cada vez más grave. Porque la vivienda, por buena que sea no sirve sin un hábitat, infraestructura y equipamiento, adecuado.
Respecto a la vivienda en si la situación cambia cuantitativamente. La población que no puede acceder al mercado privado por los precios prohibitivos de las viviendas, y que logra conseguir una construida por el Gobierno, dado que la demanda es inmensamente superior a la oferta, opta por construirse, poco a poco, su vivienda. En pocos años, 3 a 4 en promedio, estas viviendas, improvisadas en un principio, se conforman con estructuras relativamente permanentes, y aceptables, según criterios del Instituto Nacional de Estadística. El problema es que se construyen en terrenos sin urbanizar y carecen de servicios y equipamientos. Es decir, sirven para muy poco. Los barrios proliferan aceleradamente y nuestras ciudades son cada vez más inhabitables, con gravísimos problemas que atentan contra la calidad de vida. Esta situación se refleja, por ejemplo, en otras perturbaciones sociales. La inseguridad terrible que azota al país es mucho más marcada en los barrios, en general se origina en los barrios, y afecta a toda la ciudad pero en forma acentuada en los barrios mismos.
Inclusive los estratos medios que antes podían en cierto grado recurrir al mercado privado, ya no puede. Cerca de un 20 % de la población que antes estaba en situación de resolver su problema, ya no puede hacerlo por los precios astronómicos de las viviendas construidas por el sector privado. No hay subsidio que valga, cualquier nuevo subsidio del Gobierno inmediatamente desaparece ante la inflación. Ningún joven profesional, pequeño comerciante, empleado especializado, maestro, puede adquirir una vivienda en el mercado privado. La situación para ellos es la de vivir hacinados, ya que ni siquiera tienen la tradición ni el coraje de las clases populares para construirse su propia vivienda en un cerro.

Aunque en cierta medida todavía son clases privilegiadas en comparación con los estratos populares, el grado de frustración que sienten es creciente y hasta justificado.

El problema de la vivienda no aparece en las encuestas como importante. Pero es un problema de fondo, con efectos deletéreos a mediano plazo para cualquier sociedad civilizada. El Gobierno no parece darle la importancia que tiene. La desaparición del Ministerio para la Vivienda y el Hábitat así lo demuestra.

Buen ejemplo


A la calladita la Electricidad de Caracas viene alumbrando avenidas, bulevares y plazas de la ciudad, y zonas de barrios.

Avenidas como la Sucre, San Martín, Urdaneta, Principal de Maripérez, San José de Cotiza, Baralt, Lecuna, Av. La Playa en Vargas, entre otras, están culminadas. En proceso la Universidad y México.

Alumbraron los alrededores de los bloques de El Silencio, Cuartel San Carlos, museos y el Teresa Carreño, la Cruz Roja, la Biblioteca Nacional, el Ministerio de Educación, el mercado de Quinta Crespo, zonas del 23 de Enero. Igual, han terminado o están en proceso, en plazas como la Concordia, Caracas, Capuchinos, San Martín, O´leary, Las Mercedes, Parque Carabobo, Candelaria, Santa Teresa. Bulevares como Sabana Grande, Catia, Los Ilustres, Rubén Darío (San Bernardino). Es un esfuerzo por aumentar el nivel de iluminación, incorporar alumbrado peatonal y optimizar lo existente.

Pero donde es más notorio el impacto de este plan de alumbrado urbano es en los barrios.

Allí se han creado dos programas. La llamada "Luminaria Barrio Adentro". Es un bombillo de 100 W con un porta lámpara de porcelana, similar a los que usan los habitantes locales con fondos de botellas plásticas.

No requiere postes, se instala en el propio cableado, se adapta a las sinuosidades de escaleras y veredas, eleva al doble la calidad de iluminación y reduce 10 veces el consumo respecto a la práctica popular. Ya han instalado más de 415 Km, 22.000 luminarias, atendiendo a más de 100.000 familias. El otro programa es el "Cero Marañas".

El cual consiste en eliminar las conexiones informales de alto riesgo e instalar medidores. Esta acción de alumbrado público es de alto impacto por sus efectos en la calidad de vida urbana. Es una manera de incidir en la seguridad, la recreación y en el uso intensivo de los espacios públicos urbanos y los de escala comunitaria. Y casi no hacen propaganda. Así se debería actuar. Mucho hacer, con eficiencia y poca bulla.



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