lunes, 18 de marzo de 2013

AyB 134 - 08 Mayo 2008

Ultimas Noticias | Jueves 08 de Mayo de 2008


Henrique Hernández Alejandro López Alfredo Roffé
acerasybrocales@gmail.com


Más vale rancho en mano que casa volando


En el pasado Aló Presidente (04-05-08), de nuevo éste dictó cátedra al sector vivienda. Insistió en los medios de producción, en lo indispensable de los servicios y equipamientos urbanos conjuntamente con la vivienda; sin ellos la vivienda está incompleta, machacó por enésima vez la necesaria relación vivienda-centros productivos, entre otras cosas.

Quizás lo más importante en esta ocasión fue declarar la firme posición contra las invasiones. Respondió, sin querer queriendo, a la campaña de este diario que durante una semana trató certeramente el tema, a la cual esta página se sumó con un llamado a tomar en cuenta ese invalorable síntoma de la gravedad de la vivienda. Se requería una clara orientación del Gobierno que desestimulara las invasiones.

Ahora se verá si la cascada de decisiones y responsabilidades, desde los ministerios hasta los consejos comunales, cogen línea. Pero el problema es complejo. Las invasiones, aparte de los oportunistas (mafias del rancho), son consecuencia de la falta de respuesta a una necesidad fundamental.

Para atenderla, reiteramos, hay que formular una política preventiva, que ponga en manos de la mayor cantidad de familias el acceso a una vivienda. Léase bien, el acceso a una vivienda es distinto que dársela. La diferencia básica está en que en el primer caso se cubre a más gente que en la segunda.

¿Cómo? Si se aplica una estrategia de adquisición de tierras, urbanización masiva y asistencia técnica a comunidades y pequeños constructores, se logra atender a más familias y poner en "cola", pero con esperanza y viabilidad, a las que no se satisfacen inicialmente.

Esto crea una perspectiva de futuro y las mayorías desasistidas pondrían sus recursos al lado de los públicos para contribuir a acelerar la compra de tierras, hacer más urbanismos y, muy importante, participar activamente en la producción y construcción de sus viviendas. En cambio, continuar con la construcción directa de viviendas es el enfoque aplicado y contundentemente fracasado en esta época, en las anteriores, aquí y en la Cochinchina. Es tal la terquedad en continuar con esa manera de atender a menos familias construyéndoles la vivienda, que María Magdalena nos ilustró con una explicación: "Hijos míos, ¿habéis pensado en que el negocio está en la contratación de la construcción de las viviendas? Porque comprar tierra, urbanizarla y crear un sistema nacional de asistencia técnica, aparte de sus ventajas a mediano y largo plazo, tiene menos posibilidad de negocio". Nos dejó perplejos la santa picardía.

Pero eso habrá que analizarlo con mayor rigurosidad. Por ahora, es difícil entender por qué dentro de un proceso revolucionario socialista, una estrategia de largo aliento, que estimula el desarrollo industrial y tecnológico de la construcción, que facilita la participación de la gente con sus recursos en sus problemas, que prevé la tierra en las áreas urbanas prioritarias bajo una eficaz planificación territorial, que dota y provee los servicios y equipamientos desde el principio de la urbanización (incluso antes que las viviendas) y que capacita a las mayorías para producir, construir y mantener las agrupaciones habitacionales, no se entiende, reiteramos, por qué el ente rector de la vivienda es reacio a probar siquiera una experiencia piloto para validar tal enfoque, corregir sus fallas y potenciar sus ventajas. Las invasiones reflejan una política errática, por eso, el rancho le gana a la casa.


Ignorancia de la arquitectura


Ya nos ha pasado varias veces.

Los (o las) compatriotas que acaban de recibir las nuevas casas de Petrocasa nos escriben furiosos por nuestras críticas. Y tienen razón cuando se refieren a la emoción de lo que a ellos les resulta más claro y directo: vean el rancho que teníamos, vean la maravilla de casa que tenemos ahora.

No tienen razón, en cambio, de ponerse bravos cuando les decimos de acuerdo, están viviendo inmensamente mejor.

Pero es que estas casas de PVC que Uds. mismos ayudaron con su trabajo a construir, podrían ser mucho, pero muchísimo mejores si alguien con experiencia y conocimiento de lo que es arquitectura se hubiera involucrado en su diseño.

Porque en esas casas, resultado de un gran esfuerzo político, económico y humano, sin embargo arquitectos dignos de ese nombre no han participado. Y si lo han hecho, poco honor le hacen a una profesión que en Venezuela ha tenido nombres como, justamente, el de Carlos Raúl Villanueva. Lamentablemente hay que repetir lo ya dicho muchas veces en esta página. Y no nos referimos tan sólo a las Petrocasas.

Nos referimos a casi todas las viviendas que se están produciendo en el país. Es increíble el bajo nivel de diseño. El pobre desempeño funcional.

La imposibilidad de crecimiento. La absurda organización urbana.

La ausencia de búsqueda de sentido de comunidad. La escasez de servicios colectivos. Y no se hable de lo que es esencial en un territorio como el nuestro: ¿dónde están los patios, los corredores, las pérgolas y las sombras, las ventanas generosas, la ventilación cruzada, la atención cuidadosa a la arborización? ¿Es que acaso piensan Uds.

que los arquitectos o los urbanistas no sirven para nada? ¿Que no podrían ayudar con su talento e imaginación a crear comunidades realmente modelo? Porque si es así podríamos tranquilamente cerrar las universidades donde se enseña a adquirir la difícil sabiduría contenida en la interminable experiencia humana de construir el hábitat.

Nos olvidamos del diseño, de la arquitectura y del urbanismo, y seguimos con la mediocridad y el negocio rastrero que demasiadas veces la acompaña. ¿Será que en Venezuela ya no sabemos construir viviendas como deben ser? ¿O que en el Gobierno no acaban de enterarse de que existen los arquitectos? ¿O será un grave problema cultural? Es duro pero cierto. La verdad es que da pena lo que se ve, y más aún que hasta el Presidente avale con sus elogios en televisión unas pobres pretensiones de ser casas.

Queridos y queridas compatriotas, por favor no interpreten lo anterior como un ataque a la revolución o una falta de respeto para sus esfuerzos. No, todo lo contrario. Razonen y escuchen: la falta de respeto es a la racionalidad, a la funcionalidad integral y ¿por qué no? también a la belleza y a la armonía, a las cuales Uds. y nosotros, como ciudadanos, también tenemos derecho.


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