miércoles, 27 de marzo de 2013

AyB 163 - 27 Noviembre 2008


Ultimas Noticias | Jueves 27 de Noviembre de 2008



Henrique Hernández Alejandro López Alfredo Roffé
acerasybrocales@gmail.com



Las elecciones y el compromiso


Ya votamos. Ya están ahí los resultados. ¿Qué análisis podemos hacer y debemos esperar ahora? Desde luego, mucho depende del punto de vista y del ángulo de observación.

Ha sido una derrota, si se toma en cuenta la situación de las grandes ciudades, incluyendo por supuesto la capital.

Ha sido una victoria si se toma en cuenta el resto del país.

Se trata de un reacomodo importantísimo del cuadro político que exige considerar una multitud de factores y en última instancia también va a conducir a reubicar convenientemente el papel de la planificación, del urbanismo y de las obras de infraestructura.

Éste es el caso de Caracas, donde la oposición le cobró –con gran esfuerzo, pero lo logró – la deuda de incapacidad y de ineficiencia que habían acumulado durante los últimos años los equipos de los gobiernos municipales, comenzando por el más responsable, el de Barreto. Es un hecho que, a pesar de los intentos valiosos de Bernal de los últimos dos años de su gestión, no se pudo vencer la barrera de ineptitud que se había creado y, lo que es peor, su imagen desafortunada.

La tarea que ahora le queda a Jorge Rodríguez es gigantesca.

Pero si logra formar un equipo de trabajo sólido, entregado, honesto y capaz profesionalmente, dadas sus condiciones personales podrá convertir su gestión al frente de la alcaldía de Libertador en un ejemplo revolucionario para todo el país.

Que es lo que le deseamos.

Lo verdaderamente importante para las fuerzas del rescate humanista, de la racionalidad económica y las intenciones moralizantes, lo que se llama corrientemente el chavismo (esto es, un conato gigantesco y difícil para adecentar de una buena vez esta parte del mundo que habitamos), es ganar ahora las resistencias empotradas en las mentes y en los hábitos de la clase media. Sus votos están ahí. Siguen estando ahí sus cuatro millones y pico de votos en contra. En una dialéctica de contradicciones y de incoherencia, siguen angustiados y obsesos. Una nube negra cargada de peligros inventados pesa sobre sus cabezas.

Llámese como se quiera esa actitud, pero hay que tomarla muy en cuenta. Hay que pesarla políticamente. Hay que medir cuidadosamente las consecuencias de tener que lidiar cotidianamente con la carga de una resistencia obsoleta pero siempre presente. Una resistencia que tiene todas las ventajas de la libertad de movimiento pero que es a la vez freno y obstáculo político, institucional y económico.

Esta clase media pesa demasiado en la vida del país. (Recordemos que estamos hablando de las capas intermedias y no de la clase dueña del capital, que es otra cosa y con la cual otros son los términos, otras las relaciones, y otro el tipo de enfrentamiento). Ahí están los llamados intelectuales, los profesionales, los médicos y los arquitectos, los escritores y los artistas. La "inteligencia" del país, atravesada en el camino, apuntalando ciegamente una forma de vida y una manera de pensar absurda, inconveniente, sin sentido, a la luz de lo que puede ser una buena reorganización del país con raíces civilizatorias. Con sentido de progreso. Con amplio respiro de libertad y de creación. Haciendo uso de todos los recursos y del ingenio del pueblo para adquirir la buena vida para todos, la que nos corresponde alguna vez en la tierra. ¿Demasiada ambición para este país, dada su historia? ¿Demasiada utopía de raíz cristiana? ¿Demasiada ingenuidad política? Dudas, ciertamente razonables.

Pero ésta es la apuesta en que estamos. Éste es el reto a que los extraños e inesperados recovecos de la vida, improvisos e inescrutables, nos han llevado.

Y aquí estamos: el mundo viéndonos, asombrado de lo atrevido de lo que está proponiendo este paisito petrolero. Y ahí está también esta clase media, asustada y en retroceso. Sin querer participar en esta aventura del socialismo del siglo XXI, porque teme perder lo que no tiene: la verdadera libertad para querer volar, para inventar, y a la vez para emocionarse con la tierra y sus aromas.

¿Qué tiene que ver todo esto con la arquitectura y la ciudad? Pues todo, como ya dijimos. Esta "civilización" nuestra es urbana, y vivimos en ciudades mal hechas. La clase media profesional las construyó, y ahora se resiste a participar en una empresa casi heroica de reconstruirlas como realmente deben ser: sanas y hermosas para todos. Es por ello que los resultados de las recientes elecciones deben obligar a una importante reflexión de la parte, la revolucionaria, que en último análisis mantiene su ventaja. Cómo hacer para convencer a la clase media de que lo que teme es un espantajo irreal diseñado expresamente para asustarla. Cómo hacer para que se una a la tarea, difícil pero realizable, de hacer más humano este mundo. Cómo hacer para que sus profesionales entiendan cuáles son sus amigos y cuáles sus enemigos. Para que nos ayuden a construir la ciudad del sol.

Porque hasta ahora el gobierno revolucionario no ha sido capaz de cumplir con esta tarea de importancia fundamental.

Pero para que ello se logre, antes que nada recordemos que es indispensable demostrar en los hechos que somos capaces de derrotar los dos monstruos que llevamos por dentro: la ineficiencia y la corrupción.


¿Qué pasó este domingo 23?

Se midieron dos concepciones de país. Ambas cantan victoria, claro, cada cual según sus circunstancias. Es prematuro, quizás, arribar a un balance completo y riguroso hasta tener toda la información y las emociones tomen su cauce natural.

Mientras, y para presionar el debate necesario, nos arriesgamos a exponer dos factores que afloran de estas elecciones. La gestión urbana pasa a ser, y de manera contundente, un asunto estratégico del desarrollo del país. La pérdida del municipio Sucre y de la Alcaldía Metropolitana por parte del socialismo obedece básicamente a la carencia, política y profesional, de una visión novedosa del desarrollo urbano. La gestión de los salientes alcaldes, municipales y del metropolitano, fue ineficiente y torpe. No supieron afrontar el reto de la decadencia urbana capitalista y la asumieron con enfoques tímidos, en el mejor de los casos, o con visión errática y gran ineptitud, en la mayoría de las veces. Las lluvias del pasado jueves 20 mostraron la vulnerabilidad urbana y la incapacidad urbanizadora de los pobres y de los ricos. Unos por necesidad y carencia de asistencia técnico-económica y los otros por mercantilismo y explotación irracional de la tierra. También se evidenció la falta de mantenimiento de los servicios públicos.

El segundo factor, muy vinculado con el anterior, es el rechazo y el desencanto de las clases con ingresos medios y bajos a la ausencia de estrategias y de eficiencia local y regional ante la cotidianidad: estabilidad de suelos, drenaje de lluvias, recolección de basura y limpieza de calles, transporte público superficial, vigilancia policial, espacios públicos, etc.

Ambos factores, lo urbano y la eficiencia, pasan a ser variables claves de las políticas en los tiempos inmediatos.



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