domingo, 10 de marzo de 2013

AyB 117 - 03 Enero 2008

Ultimas Noticias | Jueves 03 de Enero de 2008


Henrique Hernández / Alejandro López /Juan Pedro Posani / Alfredo Roffé
acerasybrocales@gmail.com

El diseño de los conjuntos de viviendas


En las urbanizaciones, de casas o edificios, es clave el tipo de diseño que se aplique. Los diseños dominantes en los conjuntos públicos y privados, carecen de imaginación y racionalidad. Son brutísimos. Consisten en trazados ortogonales, donde se repiten monótonamente calles cada 40 metros (ni siquiera cada 80-100 metros del trazado colonial), las viviendas están alineadas a las calles, separadas entre si unos 4 metros. Donde la privacidad entre vecinos es inexistente, y la calle se convierte en un problema de seguridad, por lo que aparecen de inmediato muros y cercas para aislarse de ella. Los servicios tienen que distribuirse en tantas calles aumentando así el costo de inversión en vialidad, aceras, brocales y redes de agua, energía, cloacas y drenajes. En los espacios sobrantes se ubican los equipamientos que en la mayoría de los casos son insuficientes o construidos tardíamente.

Si se exploraran enfoques basados en agrupaciones vecinales pequeñas tipo condominio, minimizarían la construcción de calles principales, y por ende de servicios, la mayoría del terreno estaría bajo el cuidado y mantenimiento de los vecinos, incluso los equipamientos comunales estarían bajo su responsabilidad. Así se correspondería la organización social (consejos comunales, condominios, asociaciones vecinales) con la organización del espacio físico en las urbanizaciones y conjuntos de casas y edificios. Igualmente se debería aplicar, con las particularidades del caso, en los barrios existentes. Experiencias hay. En el desaparecido Programa Cameba se diseñaron condominios en barrios de La Vega y Petare Norte. En el Banco Obrero, en los años 60 se construyeron conjuntos nuevos con estos principios. Uno de los problemas que a raíz del referendo se ha intensificado en la opinión pública, el de la inseguridad personal, sería aminorado con el buen diseño urbano y de los conjuntos de viviendas. Como se ha dicho, potenciaría la participación y responsabilidad de la gente en su ámbito residencial, fortaleciendo su organización social. Además, abre las puertas para delegar a las comunidades diferentes actividades, por ejemplo: producción de materiales, construcción, operación de las redes de distribución de agua, de electricidad, de recolección de basura, mantenimiento de áreas libres, jardines, campos deportivos, entre otros. Conciliar la organización social con la física, como lo facilita el diseño de condominios compartiendo espacios y servicios, daría un impulso a los programas de vivienda y propiciaría la real participación, porque diseñar con este enfoque hay que hacerlo sólo y exclusivamente con la gente ¡Pequeña diferencia!


 

¿Pocas? ¿Pero, además, cómo son?


El tema de la vivienda es uno de los temas alrededor de los cuales gira buena parte de las críticas y autocríticas que, luego de los resultados del 2 de diciembre, deben realizarse con urgencia. Y por supuesto, las cifras de la cantidad de viviendas producidas por el estado - difíciles de calcular pero seguramente, según todos los datos que se pueden recoger, muy por debajo de las metas previstas - constituyen uno de los dedos acusadores que señalan nuestra ineficiencia. Sin embargo, y acerca de ello hemos insistido muchas veces, el conjunto de carencias, errores y defectos que hasta ahora, lamentablemente, han caracterizado los programas públicos de vivienda, no se limitan tan solo a lo que podríamos calificar como el aspecto o la vertiente cuantitativa. Si abordamos el asunto desde el punto de vista de la calidad de lo que se está construyendo, igualmente tendremos que reclamar muchas cosas. En primer lugar deberíamos comprender que las viviendas nuevas, las que entrega al pueblo el gobierno bolivariano, deben ser mejores que las mejores de la cuarta república. De otra manera no estaríamos dando pruebas de que la marcha hacia el socialismo vale la pena.

Y deben ser mejores no sólo de acuerdo con los parámetros acostumbrados, de valor muy relativo, por ejemplo, de cuántos metros cuadrados de superficie. Tampoco atendiendo sólo a la calidad de los acabados y de los materiales empleados, que si el machihembrado, que si la tejas, que si la cerámica. Todos esos aspectos son importantes, sin duda, pero las nuevas viviendas deben ser mejores porque están mejor diseñadas, con talento, con inteligencia, con imaginación, con experiencia. Tomando en cuenta lo que es realmente importante y esencial para la calidad de vida de sus futuros habitantes. Los requerimientos no son tan complicados y cuando el pueblo ha construido por su cuenta, con sus propios esfuerzos, dentro de tradiciones que cuentan con generaciones y generaciones de ensayos, pruebas y repeticiones en la práctica, los resultados son admirables. Otra cosa ocurre cuando se cortan esas hondas raíces y la nueva situación – por ejemplo la urbana - no se presta para hallar otras tan buenas como las antiguas. Si comparamos las viviendas populares y tradicionales, andinas, llaneras o del delta, con las viviendas que los habitantes de los ranchos venezolanos tienen que construir para vivir precariamente en nuestros barrios, tendremos claras las diferencias. Se han perdidos sabidurías y no ha habido condiciones para adquirir otras nuevas. Así entonces, entre esos requerimientos deben estar en primer término tomar en cuenta la forma de vida de los habitantes y sus circunstancias culturales. No es lo mismo viviendas para una etnia indígena en Amazonas, que para los habitantes de Vargas frente al aeropuerto. No debe ser lo mismo un baño de apartamento en Mérida que un baño en Barlovento. Es un asunto de clima, de temperatura, de espacios útiles, de patios y corredores, de aprovechamiento de las vistas y de la vegetación. Y además, debe cuidarse como criterio sagrado la relación funcional con todos los servicios indispensables para que las viviendas tengan el carácter de ciudad y disfruten plenamente de ella. De otra manera seguiríamos con lo de siempre, ciudades de primera, urbanizaciones de segunda: ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda. La discriminación social es un asunto también y sobretodo de discriminación territorial y espacial. No es posible que a la pésima que ya heredamos, le agreguemos otra nueva igual o peor. Puede haber varias recetas para que podamos dejar atrás tanto disparate burocrático, tanta mediocridad e ineficiencia, y comenzar a construir con la ambición y el reto que nos plantea el socialismo del siglo XXI. Una de ella es recurrir al talento existente y demostrado. Poner a trabajar a los arquitectos de valor, jóvenes y no tanto, que existen en el país. Otra es emplear el viejo método de los concursos. Selección cuidadosa a dedo y selección por competencia abierta, dan resultados ciertos. La experiencia de países como España o Colombia, así lo confirman. Pero parece que una ignorancia supina lo ignora completamente. Estamos de acuerdo, el hoy y el mañana hay que inventarlos.

Pero tampoco es cuestión de volver a inventar el agua tibia. El asunto crítico es avanzar cometiendo el mínimo de errores.



© Copyright 2008.
Cadena Capriles C.A.
Todos los Derechos Reservados

No hay comentarios:

Publicar un comentario